sábado, 8 de octubre de 2011

chinito



Apareció justo cuando las lágrimas eran parte del cotidiano. Arriba de los techos se escondía la Perla queriendo escapar de los malos, siempre armada de su pistola sin balas y de corazones rotos, mucho más rotos que antes. Fue así como conoció a su chinito, una melodía hermosa había llegado a acompañarla, ya no caminaba sola sobre el tejado, un gato de ojos rasgados venía a saltar y cantar. Un bailecito en la madrugada los hacía más felices. Suelen envolverse en cariño y la sobredosis simple hace que sus frentes simples iluminen los espacios. Se les puede encontrar saltando por el centro devorando algún detallito sabroso.

La perla ya no está sola.

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