miércoles, 9 de febrero de 2011

Peña


Mi sobrino crea vitrales con los colores del alma. Ahora mismo me mira con sus ojos que gritan su apellido indígena, le brillan los chinos amorosos. Cuando habla delata su vida sureña y apesar del poco tiempo que tenemos para estar juntos al año ya conozco sus dotes de adivino, es capaz de descrubrime en mis momentos de pena, lo peor es que no quiero que me vea llorar y que odio las despedidas.

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