De la noche se recogen cadaveres de sentir, los había olvidado, pensé ya eran gusanos gordos borrados de cabezas despobladas de romanticismo alguno. Pensaba que no me miraban y escondidos estaban ojos vergonzosos, los había olvidado, ya no sentía que me sentían. Tan muertas estaban esas flores y cartas, ya olvidaba lo que era el rojo en las mejillas tímidas, de la noche recaté agonizantes cuerpos sentidos y resentidos.
Duro.
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