un dìa a eso de las 5 de la tarde llegò como de costumbre, tirò la cartera al sillòn que ya se preparaba para el descanso de aquella mujer, traìa uvas para el postre de mañana. Sus hijos la saludaron cariñosamente y màs de un beso recibiò. Ella los mirò con sus ojos acumulados de cansancio y sus pies tambièn la delataban, un sonido de arrastre contra la baldosa se podìa oìr desde la cocina. Sus cabellos ya no eran de un color y temerosos se asomaban los claros hilos de su cabeza.
La plancha vaporosa la llamaba casi silenciosa mientras la loza la esperaba cautelosa. Puso mùsica para que su respiraciòn agotada no se escuchara, luego de un rato el sillòn la esperaba ansioso, ella se sentò emitiendo un largo suspiro que si no fuera suspiro dirìa... AL FIN!
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